jueves, 27 de noviembre de 2008

Una dulce historia de mariposas y libélulas de Jordi Sierra i Fabra




Cuando comencé a leer este libro, me sentí un tanto pesimista. No era lo que me esperaba encontrar. Al principio resultaba sobrecogedora esta historia del hijo muerto. Me preguntaba a dónde nos iba a llevar tanto dolor. Pero según avanzaba en la lectura, me daba cuenta de que había algo más detrás de aquella historia.Y entonces, me quedé atrapada por ella.
La narración parte de un hecho cruel y se desgrana a lo largo del viaje tremendo que emprende el protagonista, Qin, para buscarle esposa a su hijo muerto Zhai, porque según las leyes de la tradición confuciana, si un niño muere sin casarse, su alma vagará perdida toda la eternidad. Aunque la historia, según aclara Jordi Sierra i Fabra al final del libro, transcurre en 1972, justo antes de la política del hijo único en China, no deja de extrañarnos que se sigan practicando este tipo de tradiciones en una época tan moderna. Y aquí entra en juego la forma de narrar tan oriental, esas frases cortas pero poéticas, que dicen mucho más con lo que no está escrito que a través de las palabras. Viajamos con el dolor y la desesperación de un padre que es capaz de hacer lo que sea por el alma de su hijo muerto.
Una dulce historia de mariposas y libélulas es una historia tierna, narrada con sencillez, con respeto hacia el dolor de los padres que han perdido un hijo y hacia las tradiciones ancestrales que a nosotros nos resultan tan lejanas. El autor se sitúa en un distanciamiento adecuado para poder narrar desde la libertad y la belleza. Creo que es un libro diferente y que puede gustar más a los adultos que a los jóvenes, aunque se puede recomendar para todos.

Para terminar, he seleccionado un par de citas preciosas:

" El ser humano que olvida sus tradiciones está condenado a perderse a sí mismo, sin raíces, sin un código, sin nada a que aferrarse" pág. 101

-¿Desde cuando un hombre no puede sentirse rico con las cosas sencillas de la vida?

-Esa es otra clase de riqueza." pág.118


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