EL PEQUEÑO SEÑOR PAUL de Martin Baltscheit
¿Cómo puede ser posible que un hombrecito tan pequeño se meta en líos tan grandes?
Al Pequeño Señor Paul no se le pone nada por delante. Nos encontramos con un libro escrito en un tono de humor relacionado con el absurdo o con una hiperrealidad, con algunas situaciones sacadas de expresiones al pie de la letra o de interpretaciones literales o figuradas de aspectos cotidianos.
El Pequeño Señor Paul es adicto a la lectura. Para él todo está en los libros. Algunas de las aventuras que narra tienen que ver con su afición. Su mundo es un mundo de libros:
“Cuando el pequeño señor Paul todavía era un pequeño señor Paul mucho más pequeño, vivía en un mundo lleno de libros.”
El libro está formado por pequeñas historias independientes pero en las que aparecen elementos de historias anteriores, amén del mismo protagonista. Hay así una especie de intertextualidad que permite leer la obra como un todo o como historias independientes.
Y ¿qué podemos encontrar? Se podría decir que todo lo que quepa en la imaginación. Libros que tienen diferente final, según quien los lea; hombres fortachones que pueden llevar a cuestas los días pesados de los demás; Tiendas donde a uno lo arreglan para que se crea más grande o más pequeño, según las necesidades; hombrecitos de semáforo que piden ayuda; mujeres que guardan en su bolso los días malos, etc. Pero sobre todo, para entrar en este universo mágico del Pequeño Señor Paul, hay que dejar libre a la imaginación y, así, nuestra sonrisa aflorará sin ataduras. Es posible que a muchos lectores les parezca un libro demasiado raro, sin humor, absurdo…. En mi opinión, es una narración bien construida, con historias que se plantean, se desarrollan y se cierran siguiendo un buen hacer. Cada una de ellas tiene elementos que nos pueden hacer sonreír o reflexionar. Su lectura es fácil y amena.
Para terminar, he seleccionado algunas frases que me han parecido especialmente hermosas:
“Los buenos amigos eran como los cuadros, cuanto más viejos y antiguos, más valiosos y caros.”
“También había cuadros que formaban series, como si fueran los capítulos de un libro. Los cuadros eran libros que se podían leer si querías”
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